No hay mejor forma de aprender que enfrentarse a un reto real. Eso lo saben bien los alumnos de 4.º de Diversificación, quienes han participado en un proyecto educativo tan creativo como útil: transformar un local comercial en una vivienda habitable. Este desafío, desarrollado en varias fases, ha permitido que el alumnado se sumerja en un proceso técnico y artístico que combina diseño, trabajo manual, planificación y resolución de problemas. Todo ello, por supuesto, dentro del marco metodológico de NorbaIDC.
A través de esta experiencia, los estudiantes no solo han trabajado competencias del ámbito tecnológico, matemático o artístico, sino que también han desarrollado capacidades fundamentales como la colaboración, la toma de decisiones y la gestión del espacio. Convertir un espacio pensado para el comercio en un entorno acogedor y funcional para vivir es, sin duda, un ejercicio tan exigente como estimulante.
Fase 1: análisis, elección y diseño individual
El proyecto arrancó con una propuesta individual. Cada alumno debía analizar una serie de locales comerciales disponibles, con sus respectivos planos y características, y elegir aquel que cumpliera las condiciones mínimas requeridas para convertirlo en vivienda.
Para tomar esta decisión, tuvieron que interpretar planos, comparar dimensiones y tener en cuenta una serie de criterios técnicos que iban desde la ventilación hasta la distribución mínima de estancias. Cada alumno propuso su propio diseño, ajustado a los requisitos dados. Esta primera fase, más analítica y personal, puso en marcha la maquinaria creativa y racional de cada uno, siendo el punto de partida de lo que vendría después.
Proyecto de Fabiana Karolina Parra Chávez 
Proyecto de Ilyasse Erejila Cabezas
Proyecto de Sofía Moreno De la Osa
Instrucciones generales para realización de fase 1
Fase 2: del plano al volumen — trabajo en equipo
Una vez presentados los diseños individuales, los alumnos pasaron a trabajar en grupos de tres. En esta nueva etapa, cada grupo debía elegir uno de los diseños realizados por sus integrantes y construir una maqueta a escala utilizando cartón y otros materiales reciclados.
Este fue un punto de inflexión importante en el proyecto. La transición del diseño bidimensional al modelo tridimensional obligó a los alumnos a reinterpretar sus ideas, a adaptarlas al volumen, y a trabajar la precisión, la planificación y el reparto de tareas. Además, el hecho de tener que llegar a un consenso sobre qué diseño ejecutar y cómo materializarlo fomentó habilidades de negociación, argumentación y toma de decisiones colectivas.
Fase 3: decorar, equipar, dar vida
El cierre del proyecto vino con la fase de decoración e instalación. Las maquetas no solo se pintaron y se les añadieron ventanas o detalles decorativos, sino que también se completaron con una simulación de instalaciones eléctricas y de fontanería. En esta parte, los alumnos usaron lanas de colores (azul para agua fría, roja para agua caliente) para representar las tuberías, incorporando así un enfoque técnico que añadía realismo y complejidad al trabajo final.
Además de ser una fase más lúdica, la decoración les obligó a reflexionar sobre la estética, la funcionalidad y la coherencia del espacio. ¿Cómo se distribuye la luz? ¿Dónde van los enchufes? ¿Qué zona necesita más agua corriente? Todas estas preguntas, lejos de ser anecdóticas, formaron parte del proceso de pensamiento que guiaba sus decisiones.
Aprender haciendo, transformar entendiendo
Aunque el proyecto parte de un enfoque técnico y práctico, lo realmente interesante es lo que ocurre por debajo: la capacidad de los alumnos para observar, transformar y mejorar un espacio, aplicando criterios funcionales, creativos y realistas.
Este tipo de experiencias son una muestra de cómo NorbaIDC promueve un aprendizaje transversal e integrador, donde distintas materias se entrelazan en torno a un producto final que tiene sentido. Porque aquí no se trata solo de saber construir una maqueta o interpretar un plano, sino de entender cómo viven las personas y cómo se diseña un entorno pensando en su bienestar.
También hay que subrayar que el proyecto se apoya en valores importantes: el uso de materiales reciclados, la planificación colaborativa, la resolución de problemas reales y la exposición pública del trabajo realizado. Los alumnos, al final del proceso, no solo presentan una maqueta, sino que comparten cómo han llegado hasta ella, qué dificultades han encontrado, cómo las han resuelto y qué han aprendido de todo ello.
Una experiencia que deja huella
Convertir un local comercial en una vivienda puede parecer un ejercicio de arquitectura menor, pero para estos alumnos ha sido mucho más que eso. Ha sido una oportunidad para aplicar conocimientos, para pensar con las manos, para discutir ideas y tomar decisiones. Y también para ver cómo algo que comienza con un plano impreso puede terminar siendo una maqueta que representa un espacio habitable, coherente y pensado al detalle.
En definitiva, este proyecto encarna perfectamente el espíritu de NorbaIDC: convertir la educación en una experiencia tangible, conectada con la realidad y con un impacto duradero en quienes la viven.
Profesora: María del Carmen Grande Vicario
Alumnado de 4º de diversificación.